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HOY ES EL ESTRENO DE UNA PELI

VERDADERAMENTE ESPECIAL




Es un hecho que una parte importante de los españoles están reaccionando a estos tiempos tremendos con un derroche de talento más allá del que ellos mismos pensaban poseer. Que el cine es uno de los campos en que esto es más patente, es otro hecho. Empírico, quiero decir. Con todo estaba haciendo memoria para recordar una peli española más acabada, impactante, emocional… mejor que Magical Girl. Y me cuesta.

El acto (me refiero al glamuroso preestreno) dio comienzo con más retraso del esperado, y aquí se notó la modestia extrema de la producción. Los implicados suben al fin al escenario del Callao City Lights que no debe ser muy grande (el escenario, digo). Las caras están a medio iluminar. Carlos Vermut exhibe impúdico sus conchas de oro y plata (por cierto la concha de oro ni siquiera huele a oro, pude comprobarlo, soy así de mitómano, me acerqué luego a olerla). Carlos Vermut dice que parece un samurái exhibiendo las cabezas de sus rivales (no eran las cabezas, luego le dije, sino las coletas, y la semejanza entre los viejos samuráis y los matadores de toros no es gratuita). Sube también el productor Pedro Hernández Santos, al que apodamos Spielberg por su parecido con el otro productor todavía más famoso. Pedro despierta el delirio de sus fans como ninguna otra estrella presente (no es broma, le aplaudían a rabiar y las damas le piropeaban a voz en grito). Echamos de menos a Luis Bermejo. Pepe Sacristán estaba tranquilo, como siempre. Bárbara Lennie no quiso decir nada sobre su personaje, nada. Y por esa razón a mi me va a costar hablar de Bárbara (el personaje). Tampoco dijo nada la actriz niña, la de la mirada intensa, y aquello empezó a inquietarme.

Magical girl podría haberse titulado Autodestrucción. Es una película que define a la perfección los personajes que en ella salen. Y no nos vamos a dar cuenta de la nitroglicerina que cargan hasta que no se crucen. A primera vista parecen perfectamente normales, y tal vez lo sean. Esto es como los mentos, que son un dulce inofensivo, y la coca cola, que es un refresco inofensivo (a pesar de todo lo que cuentan, les aseguro que no mata). Pero mezclados… No hagan la prueba. Bueno, Bárbara no es muy normal. Todavía no la conocemos y ya nos da miedo que coja al niño. Pero el personaje que elucubró Carlos Vermut y ha interpretado Bárbara Lennie acaba de ingresar en los anales de los personajes femeninos, esos muchos que debemos al teatro (Bernarda Alba, su hija más pequeña, La Celestina, Clara Seseman…) a Shakespeare (Lady Macbeth, Cordelia, Ofelia, Desdémona, Julieta…), otros al cine (Eva Harrington, Baby Jane, la hermana de Baby Jane, Scarlata, la madrastra de Blancanieves…) Bárbara entra hoy en el club. Y yo me acordé de Hedda Gabbler (que era de Ibsen) y que tenía más peligro que un chimpacé con pistola. Lo que pasa es que a aquella se le veía venir. Y a esta no. Y nos sorprende. Así la dibujaron.
Magical girl está escrita con la precisión de un cirujano. Y dirigida con más precisión si cabe. Nada falta, ni sobra. Arriesga muchísimo en planos fijos. Todos imprescindibles para contar esta historia. Un toque de acelerador excesivo y no me habría despertado esta mañana pensando en la película. Pero no es solo Bárbara. Los demás personajes atrapan casi con la misma contundencia (casi). Luis es el padre de una muchacha encantadora enferma terminal. No sé si es creyente pero está a punto de maldecir a Dios. Bermejo es uno de los actores más sencillamente talentosos que tenemos. Mezcla cine, teatro y dirección casi a partes iguales (me quedo con Bermejo actor porque la ventana de Chigrinsky aquella que puso en escena…, no terminó de hacer tilín) No necesita decir el texto para comunicarlo todo. Israel Elejalde es más que un eficaz actor que debutó con una compañía joven de teatro de la Comunidad de Madrid que no siguió porque este tipo de instituciones no termina de creer en la gente joven. Pero causó sensación. Es otro secundario que se infla a trabajar. Un actor resuelto que puede dar mucho mucho partido y esa oportunidad no la desperdicia Vermut. Elejalde es el marido de Bárbara, un valorado y acomodado psiquiatra que no necesita decir que la ama con todo el sentimiento que puede derrochar, el que su alma de hombre práctico, científico, le permite. Parece un controlador y lo es. Parece hasta un maltratador, por momentos. No la hace feliz y lo sabe. Y reacciona como un psiquiatra que no entiende lo que pasa, le da pastillas, solo pastillas.

Pero el personaje de Sacristán va más allá. Sintió fascinación por Bárbara cuando la conoció, ella tenía doce años y ya era algo más que una niña que se cansó de jugar. Sabemos que le ha destrozado la vida, pero no sabemos ni cómo ni hasta dónde (ni falta que nos hace). La escena en la que se viste con una camisa impoluta y una corbata roja con una casi violenta música de fondo nos evoca a un matador de toros, o sea, un samurái. Un matador te trae la oreja de su oponente (en estos tiempos puede ser otra cosa, un móvil tal vez), pero si el matador y el samurái pierden la coleta, entonces están acabados. Si digo que es la mejor interpretación de Sacristán en toda su larga vida (y me acuerdo de la flor de otoño, del viaje a ninguna parte y de sus películas con Aristaráin y aún así lo digo), si digo que es su mejor interpretación no creo que haya quien me contradiga en exceso.



Llegará a verbalizarlo, le tiene a Bárbara un miedo atroz. Pero si no lo llega a decir tampoco pasa nada, se le ve a la legua. Y su personaje vive como puede esa esclavitud, esa pertenencia maldita a otra persona que para colmo es Bárbara. Una mujer que lleva el cartel de “necesito ayuda” colgado. Pero no solo ese, lleva más carteles: “castígame”; “soy sencillamente irresistible”; “protégeme”; “ámame”. Si nos ponemos a reflexionar, todos tendemos a decir a los demás lo mismo de nosotros mismos: amadme, protegedme... Lo que no hacemos es llevar las cosas al límite. Lo siento, estoy hablando de Bárbara y prometí no hacerlo. Y además no lo he hecho bien, no llego a definirla, se me escapa. Y esto es malo porque… la necesito.


 Necesito volver a ver esta peli.

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